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Errores y mitos en la alimentación infantil

  • Foto del escritor: Cristina Rodríguez García-Rojas
    Cristina Rodríguez García-Rojas
  • 24 abr 2021
  • 3 Min. de lectura

La alimentación de los más pequeños de la casa siempre ha causado una gran preocupación en la familia. Y, es normal, de ella depende el buen desarrollo de su organismo. Además, en etapas de la vida una correcta alimentación puede suponer la adopción de unos bueno hábitos que perdurarán en el futuro.


Sin embargo, existen diversos mitos alrededor de ella que, a lo largo de post, abordaremos para que no tengáis ninguna duda al respecto.


Costumbres erróneas sobre la alimentación

En primer lugar, queremos mencionar algunas de las creencias que tienen una mayor influencia en la actitud frente a los alimentos en la infancia. Por ejemplo, siempre se ha tenido la idea de comer para calmar, suelen ofrecerse solo los alimentos favoritos e, incluso, se ha obligado a los niños a terminar toda la comida. Pero todas estas ideas tienen efectos negativos sobre los más pequeños y además pueden llevar al exceso de peso. Por lo tanto, la actitud más correcta frente a la alimentación de los niños debe centrarse en interpretar adecuadamente su instinto de hambre y saciedad y se debe ofrecer una amplia gama de alimentos. También es de vital importancia el aprendizaje observacional de los niños a través del uso que hacemos los adultos de la comida. Así que ya sabéis, si queréis vuestros hijos adquieran un buen hábito alimentario, ¡empezad por vosotros mismos!


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Ideas equívocas

Desde un punto de vista científico, una de las ideas erróneas más comunes en la alimentación infantil gira entorno a la introducción de nuevos alimentos distintos de la leche a partir de la edad de seis meses. Sin embargo, no existe una evidencia científica para determinar la edad precisa en la que introducir nuevos alimentos.


Por otro lado, se cree que hay un orden específico para ir introduciendo los alimentos en los niños. Pero lo cierto es que, algunos estudios, sugieren que la introducción de ciertos alimentos generalmente poco propuestos en dietas infantiles pueden, por el contrario, ser una gran ayuda para la prevención de futuras alergias. Como ejemplo, se ha observado que la incorporación de cacahuetes –en polvo, machacados para evitar atragantamientos– antes de cumplir el primer año de vida puede traer consigo que no se desarrolle una enfermedad de este tipo, como puede ser el asma.


Asimismo, durante muchos años se ha creído que un zumo sustituye a una pieza de fruta. Sin embargo, al exprimir este alimento se pierden una gran parte de vitaminas además de la mayoría de fibra que poseen. Aunque es una manera distinta de introducir la fruta o presentársela a niños que la rechazan.


Por último, tampoco queríamos pasar por alto la importancia de no obligar a un niño a comer ya que, si el pequeño considera que es una obligación, puede generar en él diversas alteraciones y una mala relación con la comida.


Actualmente hay muchas noticias contradictorias que desprestigian la leche de vaca sin criterio científico, a pesar de ser una buena fuente de calcio, y promueven por el contrario el consumo de bebidas vegetales. De hecho, la leche de vaca no está contraindicada a no ser que se padezca intolerancia o alergia a la lactosa o problemas metabólicos como galactosemia.


Cuidado con el marketing y la publicidad, hay que tener en cuenta que muchos alimentos son modificados por la tecnología alimentaria para obtener una estabilidad y seguridad, pero hay que saber diferenciar entre un procesado con mala calidad nutricional y el que no lo es. Para ello debemos leer bien la información del etiquetado, en vez de guiarnos por titulares de anuncios que engloban la palabra “sano o natural”, por ejemplo, para llamar nuestra atención y ya por ello lo introducimos en la cesta de la compra.


En muchos hogares la falta de tiempo hace que se recurra a darles desayunos a los niños que en verdad no son los más adecuados. Hay que replantearse la información que nos llega, sobre todo de medios publicitarios, y ofrecerle un desayuno completo y equilibrado a su edad. Según el estudio ENKID un 8,2% de la población infantil no desayuna y un 32% lo hace de manera insuficiente.


¡Si quieres añadir algo al respecto estaremos encantados de leerlo!

 
 
 

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